jueves, 19 de junio de 2008

Javier Marías defiende la invención como fórmula para contar verdades


Léelo pensando que estás encerrado en una caja opaca junto a una botella de gas venenoso, una partícula radiactiva con un 50% de probabilidades de desintegrarse y un dispositivo tal que, si la partícula se desintegra, se rompe la botella y por tanto mueres. Considérate vivo y muerto al mismo tiempo.


Cuando llegué a mi casa en la calle Santa Mónica, advertí que había algo escrito en la pantalla del ordenador. Era un texto en formato word, muy corto:

Lo peor de todo no era estar encerrado en ese agujero sin una gota de luz. Lo que realmente me asustaba era el hecho de que todo lo que estaba sucediendo fuera, estaba pasando sin que yo me enterara, sin que yo pudiera intervenir. Pensé en algún momento que conforme pasara el tiempo acabaría acostumbrándome a esa situación, que, con certeza, yo mismo había provocado.

Esas palabras se me quedaron grabadas en la mente y no era capaz de averiguar si había sido yo el que las había escrito. Igual era el primer párrafo de algún cuento, o quién sabe si de una novela. O igual sólo era un documento que había cortado y pegado porque me había llamado la atención. Sin duda, lo que realmente me inquietaba era que no era capaz de recordar si yo era el responsable de aquello. ¿Y si alguien había entrado en mi casa, pasado a mi cuarto, descalzado de sus sucias zapatillas y había empezado en mi ordenador —al que accedió con mi clave— una historia, una crónica, algo de lo que había sido testigo?

No miento si digo que se trata de una sensación agobiante. Claustrofóbica. No saber si algo está escrito por ti o por otro. Quizá fuera alguno de mis amigos que en algún momento tecleara en mi ordenador esa historia que ahora resultaba casi biográfica. Yo era como esa persona que estaba encerrado en ese agujero. No poder discernir entre las cosas que hago y las que hacen los demás induce que no pueda hacerme cargo de mis actos y conducir sus consecuencias, o disfrutarlas. Podría plantearme no escribir nunca más. Encerrarme en mi cabeza y guardar los pensamientos para que siempre sea consciente de que son míos. Puedo vivir así hasta que consiga ordenarlos todos; o incluso catalogarlos. Una biblioteca craneal en la que cada elemento llevara mi firma.


La croaca, 19 de junio de 2008

8 comentarios:

  1. Estas bien? Desde cuando estas así? Me he quedado preocupado. Deja de estudiar, los trabajos... sal a la calle y busca gentes que te hagan reir. Haberlas, haylas.
    Dad.

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  2. ¡Hoy anfibióticos cumple un mes! Hemos escrito ya 31 ficciones envasadas en hechos reales y hemos recibido más de 2000 visitas... Al final parece que nos hemos puesto en marcha, pero éste es sólo el principio. Prometemos mejorar e innovar. ¡Gracias a todos los que habéis leído este blog!

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  3. agobio de q las cosas pasen y no puedas intervenir.. pero tambien agobio de q las cosas sigan como si nada y tu ausencia pase desapercibida..

    tanto si reconoces su autor como si no.. dejar d escribir...... nunca!!!!!!!!!

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  4. No está mal; de hecho, a mi me gusta, claro, que eso puede significar que tengo unos gustos pésimos, lo cual no debe de andar muy lejos de la realidad.

    Felicidades por el cumple mes!!Claro, que con historias como esta no llegaremos muy lejos; es Bromaaaa

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  5. "encerrarme en mi cabeza y guardar los pensamientos para que siempre sea consciente de que son míos"

    mm, creo que prefiero inventar verdades a guardármelas...
    muy bueno, antonieto

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  6. Me gusta pensar que Javier Marás esta ría orgulloso de tener su día en anfibioticos.

    ...Peor todavía sería ser un personaje de una novela, y no saber si eres tú o ha sido otro quien la ha escrito.

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  7. Veo que sigues con ideas..... !ESTUPENDO! las personas de ideas muy claras me dan algo de miedo (Lee este comentario marcando el nº de teléfono --- -- -- -- y luego puedes decir "Hola mamá pronto voy a casa"

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  8. Curioso que a mi me pase a veces más o menos lo mismo. Curioso.

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