Sólo tenía una cicatriz de cuando un mastín le mordió la mano izquierda en el año 82 y de toda la vida que pasó en Sabadell podía contar con cinco momentos felices (entre ellos la bala que tumbó en siete segundos a un ciervo). Vestía mal, era de esos hombres que llevan jersey marrón y pantalones oscuros de los que no dejan ver la suciedad después de ocho meses. De cabeza negra canosa, pronunciadas entradas y peinado hacia delante, las tijeras habían pasado unas doscientas veintisiete veces por su pelo y podía presumir de haber leído unos cuarenta libros. Ni pocos ni demasiados; justos. Exactamente fueron esos. Los necesarios durante 53 años (empezó con 8) para aprender a situar correctamente puntos, comas y la combinación de ambos a la vez para, más tarde, poder mezclarlos libremente con exclamaciones, sustantivos, verbos, perífrasis y todo lo necesario para pegar el pelotazo: las trescientas cuarenta páginas de un best-seller que tenía en la cabeza y la creencia de que un escritor se hace y no nace.
Ayer justo había tachado el último punto de las reglas no escritas y cosas por aprender que arrastraba en su cabeza. Le llegó la hora de pagar el último plazo y hacerse con una máquina de escribir Olivetti Lexicon 80. Monstruosa, grisácea y con teclado frágil.
De camino a casa vio como Rosa se estaba dando aproximadamente los 5 dedos de una mano con otro hombre. A lo que Manuel escribió dieciséis palabras y estrenó la máquina de escribir con una nota de suicidio.
Esto sí que es un final feliz.
Escribió un final feliz para los dos. Pues destrozó la vida a ambos. Ahora, quizá, escriba otro best-seller en el que narre la última carta escrita en su flamante Olivetti Lexicon.
ResponderEliminarRana,se te ha olvidado poner la canción.
me he tomado la libertad de leerlo escuchando la canción primero (que por otra parte no había escuchado en mi vida, o tal vez doscientas veces justas) y leerlo fumándome un piti después.
ResponderEliminary me encantó de las dos maneras.
No tal.
ResponderEliminarResuelto está, vive Dios.
Y si te parece mal,
aquí mesmo, este puñal
nos dará muerte a los dos.
Primero lo hundiré en ti,
y te daré muerte, sí,
¡lo juro por Belcebú!
y luego tú misma, tú,
hundes el acero en mí.
El cazador y su última presa. He leído el artículo original, y francamente, tu relato lo cuenta todo pero lo hace entender mucho mejor.
ResponderEliminarEl artículo:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/hombre/mata/ex/mujer/24/horas/despues/firmar/divorcio/elpepusoc/20080520elpepusoc_9/Tes/
Today, I went to the beachfront with my kids.
ResponderEliminarI found a sea shell and gave it to my 4 year old daughter and said "You can hear the ocean if you put this to your ear." She put the shell to her ear and screamed.
There was a hermit crab inside and it pinched her ear.
She never wants to go back! LoL I know this is entirely off topic but I had to tell someone!
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